
Educación para Renacer como un País con Futuro
La escuela está muerta, pero no suenan las alarmas. Si se fuera la luz y el país quedara a oscuras durante una semana, tendríamos una noticia mundial y una conmoción que obligaría a buscar soluciones de fondo, pero la escuela puede seguir muerta, mientras salen de ella niños con daños irreparables para toda su vida. Tres millones de niños y de jóvenes no están en la escuela, cientos de miles de educadores la abandonaron para poder comer, los pedagógicos y escuelas de educación de las universidades están vacíos de futuros educadores, y las familias se visten de luto si una hija quiere ser maestra.
Rojas I. (2021) en su artículo “Julio y el peso de ser maestro en Venezuela”, expone cifras de la Oficina de Planificación del Sector Universitario, en las que se establece que 32.779 jóvenes aspiraban estudiar Educación a principios de la década del 2000[1]. Pero, actualmente ese número está alejado de la realidad, por ejemplo, en la Universidad Católica Andrés Bello se contaron apenas 265 estudiantes en 2021. Por su parte, en el Pedagógico de Caracas egresaron 14 profesores de Biología en 2019, según el último boletín estadístico disponible en la web de la universidad[2]. Esta gravísima situación no se resuelve gradualmente con algunas reformas de pensum y pequeños arreglos, sino que requiere una sacudida de emergencia nacional, una poderosa alarma que convoque a toda la sociedad a las filas educativas.
En millones de niños de escasos recursos las graves carencias educativas van de la mano de carencias básicas de atención de salud y de alimentación, no menos graves. Según el más reciente informe de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA): “Un total de 8.199 niños menores de cinco años fueron diagnosticados con desnutrición aguda en Venezuela, entre enero y agosto de este año”.[3]
El reportaje de Lossada sobre el trabajo de Cáritas también arroja cifras preocupantes: “6 de 10 infantes evaluados sufren carencias nutricionales, lo cual enciende las alarmas”.[4] Es cierto, hay que prender las alarmas cuanto antes como se hace y se hizo con el paludismo y con vacunaciones vitales que lograron inmunizar a todos los niños. Cuanto antes, pues la ausencia de escuela y la falta de alimentación infantil y de servicios de salud dejan daños irreparables.
Este no es un problema que podamos dejar en manos del Ministerio de Educación o de algunos maestros conscientes y sacrificados, es una tragedia nacional que necesita movilización de las conciencias, de las personas y de los recursos en todo el país, sobre todo de millones de familias afectadas por estas graves carencias. El renacer educativo es indispensable para producir un país que sustituya al actual derrotado y arruinado. Si no lo logramos, Venezuela tendrá un futuro muy triste y se seguirá vaciando.
Esto exige dar prioridad a la educación en el presupuesto nacional y en esos cientos de millones de dólares de ayuda humanitaria que ha prometido la ONU. Centrar una gran parte de ella en la escuela con un firme trípode formado por la educación, la salud y la alimentación del niño. Al encontrarse juntos en la escuela niños, maestros y familias levantarán el grito de la emergencia escolar y se pondrán en evidencia también otras necesidades básicas: luz, agua, dotación informática e internet, transporte… Si bien, no se resolverán de inmediato, con los niños en la escuela indigente, tenemos la ventaja de que esa dramática realidad queda a la vista, no solo del gobierno y de los políticos, sino de todos; especialmente de millones de familias que son los primeros dolientes de la falta de educación, salud y nutrición de sus hijos.
Necesitamos que esta tragedia nacional (silenciada y aparentemente sin dolientes) salte al primer plano y no se aplaque ni retire hasta que nuestra sociedad produzca respuestas rápidas, novedosas y efectivas en torno a la escuela educadora que lleva de la mano aportes básicos a la salud y la respuesta nutricional.
Este problema no lo va a resolver el “Estado docente” arruinado y con una astronómica e impagable deuda internacional. Con el Estado en ruinas es la Sociedad Civil la que tiene que ponerse de pie con todos sus diversos integrantes: familias, educadores, empresas, iglesias, asociaciones vecinales, instancias de gobierno local, regional y nacional. Una verdadera movilización de postguerra, como fue la respuesta al deslave de Vargas. Sacando energías y produciendo solidaridades y sinergias que nos enseñan a producir más con menos, empezando por la producción de verdaderos saltos novedosos en la escuela venezolana y en la cultura educativa y productiva nacional.
Los primeros han de ser las propias familias que, aunque no tienen recursos financieros, pueden contribuir de manera muy novedosa al cuido y mantenimiento de la escuela, como lo apreciamos en las escuelas de Fe y Alegría y otras similares en sectores de pocos recursos: los niños y las familias colaboran con el cuido y mantenimiento de la escuela porque es suya y saben que no hay repuesto.
Sabemos que las familias de escasos recursos no están en condiciones de aportar dinero para la escuela, pero sí ha de cambiar radicalmente su actitud y la de los estudiantes sobre el mantenimiento de la escuela. El buen mantenimiento y cuido de la escuela a lo largo del año es el primer cambio educativo y cultural que necesita nuestro país empobrecido: Cultura de Mantenimiento. Mantener la escuela enseña a mantener el país y ahorrar miles de millones al año.
Escuela, salud y alimentación son las primeras necesidades y han de ser las primeras piedras de la construcción del nuevo país y piezas centrales del pacto nacional democrático. Para lograrlo la Sociedad Civil, los políticos nacionales y también los países que se solidarizan de verdad (más allá de derechas e izquierdas) han de apostar a fondo por el renacer educativo clave la de nueva Venezuela.
[1] Rojas I. (2021) en su artículo “Julio y el peso de ser maestro en Venezuela”. Prodavinci. Disponible en: Julio y el peso de ser maestro en Venezuela (prodavinci.com)
[2] Boletín Estadístico (2019). Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Disponible en: Boletin-Estadistico-2019.pdf (upel.edu.ve)
[3] ONU: Más de 8mil niños con desnutrición en Venezuela. Primicia. Disponible en: https://primicia.com.ve/nacion/onu-mas-de-8-mil-ninos-con-desnutricion-en-venezuela/
[4] Lossada E. Informe revela alarmantes cifras de desnutrición en Venezuela. Disponible en: https://www.elcorreodelorinoco.com/cifras-ninos-desnutridos-en-venezuela

P. Luis Ugalde, S.J.
Licenciado en Filosofía y Letras, en Sociología y en Teología. Especialización y Maestría en Historia Económica y Social de Venezuela. Doctorado en Historia y Doctorado Honoris Causa Universidades: Centro Americana de Nicaragua-Universidad de los Andes (ULA-Venezuela)-ITESO y Sistema Mexicano de Universidades Jesuitas. Superior Jesuitas de Venezuela (1979-85). Miembro de la comisión de Educación de la Provincia de Venezuela SJ. Actualmente Asesor del Centro de Reflexión y Planificación Educativa (CERPE). Individuo de número de la Academia Nacional de Ciencias Políticas y Sociales y de la Academia Nacional de Historia. Rector de la UCAB (1990-2010). Presidente de AUSJAL (Asociación de Universidades SJ de América Latina 1998-2008).